Nota publicada por la revista Yudo Karate, con motivo de homenajear a los cuatro Maestros considerados como últimos guardianes de la tradición del karate de Okinawa (Yuchoku Higa, Shoshin Nagamine, Meitoku Yagui y Kanei Uechi).
Yuchoku Higa, nació en el año de la era Meiji, mas precisamente, el 10 de febrero de 1910, en Naha. De familia relativamente acomodada, (su padre era maestro mayor de obras), el joven Yuchoku era un muchacho que conoció una infancia feliz. Sin embargo, las preocupaciones comenzaron cerca de su adolescencia.
Yuchoku era una persona frágil, y en la escuela, era victima de las pullas de sus camaradas. Finalmente, a la edad de 16 años, su padre decidió llevarlo a lo de Jiro Shiroma, un célebre Maestro del Shurite. Este comenzó por rechazar a aquel muchacho demasiado débil. Solamente, al cabo de tres rechazos, el viejo maestro cedió ante tanta obstinación. Durante una semana, Yochoku debió limpiar el Dojo y lavar los getta, el calzado japonés con suela de madera.
Después de haber puesto a prueba de esa manera a su alumno, Jiro Shiroma, decidió que el muchacho podía comenzara recibir la enseñanza de su arte. No obstante, el Maestro impuso allí una ultima condición: Yuchoku no debería jamás hablar en público de Karate y sobre todo no jactarse nunca de practicarlo. Todo espíritu de fanfarronada debía ser excluido. Por supuesto, el jovencito, promete respetar ese deseo. El entrenamiento pudo comenzar.
En aquella época, el karate que se practicaba en Okinawa era muy diferente del que conocemos hoy. Los cursos estaban esencialmente constituidos por el trabajo de katas.
Los alumnos no eran muy numerosos. Con el trozo desnudo ellos se entrenaban sobre un suelode tierra apisonada. Los ?debutantes? repetían incansablemente los cinco Pinnan. ? El Maestro decía: Tú no debes preguntarte para que sirve el Kata. Ejercítate, eso es todo. Más tarde comprenderás. Es el cuerpo el que aprende y no la cabeza?.
La musculatura, ocupó, igualmente, un lugar de honor conjuntamente al endurecimiento de las manos y de los pies. Yuchoku trabajó en el makiwara varias veces por día. Cuando tenía un minuto libre, el joven se entrenaba en Karate. Había instalado, incluso una bolsa de arena en el baño. Siempre desconforme, llevaba consigo un cilindro hecho de paja trenzada, al que presionaba constantemente con sus dedos, a los efectos de mejorar la musculatura de sus manos; eso le valió el mote entre sus pares de ?El Puño Fuerte de Okinawa?
Fue recién al cabo de cinco años de práctica que su maestro lo autorizó a entrenarse en Ju Kumite. Cinco años consagrados exclusivamente al trabajo de katas básicos. Mal se imagina actualmente, ese tipo de entrenamiento destinado, entre otras cosas, a probar la seriedad del practicante. Sensei Higa, ha conservado un vivo recuerdo de las sesiones de Kumite, su profesor lo atacaba con la mano abierta, pero él no podía devolverle los golpes; debía contentarse con esquivar o bloquear...?lo cual hacía que siempre terminara lleno de magulladuras y cubierto de moretones?
PROXIMAMANTE 2º PARTE
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